Humanidad y supervivencia en las Empresas

Recuerdo de mi época de estudiante que en una clase de Dirección Estratégica nos preguntaba el profesor cual era el fin de una empresa. Las respuestas fueron varias: cumplir un fin social, ganar dinero, crear riqueza, crear puestos de trabajo, etc., pero algunos contestamos que el fin de una empresa es sobrevivir y acertamos. Asimilando la respuesta al planteamiento básico de cualquier ser vivo de la Tierra, cuyo fin último es sobrevivir.

En el actual modelo de desarrollo económico, sobrevivir exige una consideración estratégica de la globalización del mercado y de las nuevas perspectivas y oportunidades que se plantea a las empresas. En este mercado, las diferencias competitivas se encuentran cada vez más relacionadas con factores intangibles tales como el conocimiento, la investigación, el desarrollo tecnológico, la innovación y la cualificación de los recursos humanos. La interacción entre todos estos factores constituye el soporte fundamental de la competitividad de la empresa, la calidad del empleo y el bienestar social.

Y es que de acuerdo con el modelo de la ventaja competitiva de Michael Porter, la estrategia competitiva toma acciones ofensivas o defensivas para crear una posición defendible en una industria, con la finalidad de hacer frente, con éxito, a las fuerzas competitivas y generar un retorno de la inversión. Es decir, la competencia es el motor de crecimiento de la actividad industrial, la competitividad nos da sostenibilidad, nos ayuda a sobrevivir.

Dicen los expertos en marketing que la empresa competitiva ha de tener un pie en su fábrica y otro en el mercado. Las empresas, entidades y organizaciones que saben escuchar al mercado y le ofrecen los productos y servicios que responden a sus necesidades de manera eficiente tienen asegurado el poder sobrevivir. Siendo obvio a estas alturas, que no hay que perder de vista a lo que se está cociendo en el mercado y a las diversas perspectivas empresariales de nuestro sector industrial. Es igualmente cierto que no debemos olvidar la constancia y la potencialidad de nuestra organización, especialmente si cuidamos la creatividad de nuestro capital humano.

Y hablando de humano y de su capitalidad, cada vez es más importante la empatía, y, sin duda, en nuestra sociedad y en los mercados es cada vez más importante ponerse en la situación del otro y muchísimas veces no conocemos ni siquiera la situación de nuestro interlocutor y pasamos muy rápidamente al juicio o la crítica. Permíteme que te lo ilustre con un ejemplo:

El ciudadano hindú, Akhilesh Kumar, narró en su cuenta oficial de Facebook sobre la experiencia que le tocó vivir tras el buen gesto que tuvo con dos niños que encontró en la calle y a quienes les invitó a comer.

Como cualquier día habitual, Kumar se disponía a cenar en el restaurante del hotel Sabrina, ubicado al sur de la India, pero de pronto notó que un pequeño niño lo observaba desde la ventana. Este no dudó por ningún momento en invitar a comer al pequeño quien estaba acompañado por su hermana menor.

Akhilesh Kumar pidió a los niños que eligieran cualquier plato del menú. Los chicos hambrientos eligieron y disfrutaron de la comida para luego dar las gracias y se fueron contentos.

Y para el momento en que pidió la cuenta al camarero, Akhilesh Kumar quedó sorprendido por el mensaje que encontró en la factura, pues no tuvo que pagar nada.

“No tenemos una máquina que pueda cobrar por la humanidad. Que todas las cosas buenas le acompañen”, fue el mensaje escrito en la cuenta.

Fuente: José María Guijarro.

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